Las ventajas del Rapid Prototyping
Si te pregunto cuánto tiempo crees que tardó Google en hacer su primer prototipo de las Google Glasses, ¿qué dirías? ¿Medio año, tres meses…? El prototipo se hizo en 24 horas.
El concepto de prototipado de productos ha cambiado radicalmente en los últimos años: un prototipo ha dejado de ser la materialización robusta y fidedigna del producto acabado - con todas sus funcionalidades, estética y particularidades -, para convertirse en un apoyo visual que refleja de forma clara la propuesta de valor del producto, sin entrar en detalles ni aspectos más allá de los cruciales.
Es decir, el prototipado hoy en día ha dejado de ser un fin para convertirse en un medio a través del cual podemos obtener feedback de nuestro mercado potencial antes de que el producto incluso exista. Ha dejado de ser un ejemplo de producto acabado con un alto coste económico y esfuerzo en tiempo, a pasar a ser un elemento que evoluciona, cambia y se adapta a las opiniones, sensaciones y valoraciones de los usuario o clientes objetivo. Ha dejado de estar ligado tan solo al ámbito de nuevos productos, para pasar a utilizarse también en la definición y diseño de servicios.
El Rapid Prototyping (o prototipado rápido) es una analogía de prueba de concepto de producto/servicio. Un proceso que consiste en crear rápidamente el MVP del concepto (Producto Mínimo Viable) para validarlo con tu target potencial de mercado, así como posibles stakeholders involucrados y/o interesados (inversores, diseñadores, desarrolladores…).
Hay infinitos métodos para llevar a cabo un rapid prototyping. El más ágil, económico y sencillo que no necesita de grandes habilidades técnicas es el sketching o prototipo en papel: prototipado a través de dibujos, montaje con cartulinas, wireframes, mockups o incluso storyboards con viñetas al estilo comic. De hecho, es el tipo de prototipado que muchas empresas como Google escogen para una primera validación y como paso previo al prototipo digital o la impresión 3D, ya que ayuda a simplificar la idea, empezar a visualizarla y lleva una dedicación mínima de pocas horas o días.
En aquellos casos en los que se quiere validar la experiencia como usuario y los casos de uso del producto, es conveniente acabar realizando un prototipo digital sencillo (como por ejemplo el MVP de una App) o un prototipado en 3D (como por ejemplo una pieza de coche). De esa manera podremos observar las interacciones del usuario con el producto, los principales problemas y confusiones, así como usos inesperados.
Este es el caso de Lamborghini Lab, un claro ejemplo de reducción de costes y tiempo gracias al prototipado en 3D. Por medio de impresoras 3D, un proceso que normalmente supondría 40.000 dólares y 120 días, ahora supone 3.090 dólares y solamente 20 días, lo que significa un ahorro del 92% en costes y 80% en tiempo*. Eso es Rapid Prototyping.
El Rapid Prototyping permite a los equipos experimentar, dándoles la libertad de fallar barato mientras incorporan aprendizajes de forma rápida, expanden su conocimiento sobre el mercado y las necesidades reales, y adoptan una actitud receptiva al cambio constante en lugar de defensiva en torno a su idea inicial.
El Rapid Prototyping es una parte esencial de las nuevas metodologías ágiles de trabajo, poniendo de manifiesto sus ventajas no sólo en ahorro económico sino también en la reducción de time to market y de encaje con el mercado real, incrementando así la competitividad de la empresa en el mercado.
Como varios expertos en customer experience e insight analysts declaran (¡entre ellos nosotros!) “Doing is the best kind of thinking” y si lo puedes hacer a bajo coste y en tiempo récord, mejor.
*Fuente: https://www.interempresas.net